La retirada de los cuatrocientos

El 19 de setiembre de 1841, la campaña de Lavalle contra Rosas tuvo su desenlace trágico en los campos de Famaillá. Manuel Oribe y las tropas de la Confederación derrotaron por completo al autoproclamado “Ejército Libertador”; la coalición del Norte fue deshecha y sólo Corrientes permaneció sosteniendo la revuelta en el litoral. Muchos enemigos de Juan Manuel de Rosas quedaron entonces aislados del único frente que persistía. Manuel Oribe acosaba a los vencidos por el sur y los empujaba hacia Bolivia. Para los hombres que Lavalle había reclutado en el litoral, un exilio en Bolivia significaba el alejamiento definitivo del terruño. Existía un medio, sin embargo, para que todos ellos pudieran reunirse con sus amigos del otro lado del país: atravesar el Chaco salvaje. Así, el coronel José Manuel Salas (1) y los tenientes coroneles Manuel Antonio Ocampo (2) y Manuel Hornos (3), con acuerdo de Lavalle, decidieron reunir sus tropas (poco más de 400 efectivos en total) para emprender la marcha por tierras de indios. El 3 de octubre de 1841, la “Legión del Chaco” partió de Salta rumbo al valle de San Francisco.

A todo esto, una columna avanzada, al mando del teniente coronel Mariano Camelino (4), se encontraba ya en la estancia de Pablo Soria, cerca de Orán. El hacendado les brindó hospitalidad y les aconsejó bajar por el Bermejo en canoa hasta Corrientes. Camelino ordenó que se construyeran tres embarcaciones pero, el 12 de octubre, mudó de parecer, pues llegaron noticias sobre los movimientos del coronel Salas. Se resolvió acudir al encuentro de éste de manera que, el 13 de octubre, Camelino y sus hombres se incorporaron a la legión.

Según cita M. F. Mantilla en su obra: “… fue grande nuestro contento, y ya no nos arredró ningún peligro”.

Reunidos ya en las Juntas del San Francisco, aquellos soldados siguieron adelante bordeando el curso del Bermejo, los días 15 y 17 de octubre, arrearon algunos caballos y ganado vacuno. El 19, más allá de Pampa Blanca, pasaron frente a una toldería de matacos quienes les proporcionaron baqueanos, “porque allí se abría ya el Gran Chaco”. El 20, apareció un nuevo grupo de matacos y se acampó cerca de un aduar de chunupis. El 21, la columna llegó a la Esquina Grande donde se hicieron presentes el lenguaraz Mariano Soria, dos caciques y seis indios. Todos ellos familiares del indio fiel Colompotó que habían sido contratados en Salta por el teniente coronel Ocampo. El día 22, la legión atravesó las tierras del cacique Capitán Díaz; el jefe indio escoltó a los cristianos con 55 guerreros armados y montados. El 23, se divisaron dos campamentos de “fotolas”, hombres del cacique Capitán Granadero.

El 24 de octubre, mientras la vanguardia de 15 lanceros atravesaba un desfiladero estrecho, 150 jinetes de los belicosos caciques Teotirí y Torí atacaron por sorpresa. Treinta tiradores echaron pie a tierra, hicieron fuego y mataron a tres indios. Los naturales pidieron una tregua.

“…. la hicimos con pérdida de 155 reses de las 173 que acarreábamos y que nos robaron durante la tregua, sin que después nos valieran razones para rescatarlas. Estos indios de las tribus Chumpis, Maracos y Tobas, establecidos en Cangallé, se dirigían a Orán a robar ganado, pero dieron vuelta, satisfechos con el botín…”.

Se continuó la marcha, “pero nombrado de jefe efectivo de vanguardia, con 30 tiradores a Don Simón Paiva, y de retaguardia, al comandante Oroño, con 20 tiradores”. El 27, la columna salió de los montes inaccesibles y pasó a campo abierto. Se veían pequeñas isletas, muchas lagunas “de rica agua y abundante pescado”, y pastizales de buena calidad. El 30 de octubre, las cosas habían empeorado.

“…. El hambre nos acosa: hemos concluido el ganado vacuno, y empezamos a comer los caballos que se nos cansan…”.

El 31, la legión llegó a la Cangayé e hizo alto en el abra Laguna Blanca, a la vista de la toldería de Colompotó. El cacique amigo había acordado el libre tránsito de los cristianos con otros jefes indios aliados.

“… Entre estos salvajes quitamos el hambre, permutando caballos y prendas de ropa por vacas y ovejas; …. Ocupa esta toldería un abra de campo como de 3 leguas a lo largo del Bermejo, con ricos pastos, dentro de ella una gran laguna navegable, con más de una legua de largo, otra más pequeña y dos más chicas, abundantes todas de pescado y caza…..”.

El 1º de noviembre, se recibieron avisos de que Teodorí (Teotirí) se acercaba al campamento en son de paz. Colompotó y sus aliados desconfiaron y reunieron a la indiada, dispuestos ya a combatir.

“….Siendo muchos los avisos que se nos habían dirigido de que Teodorí y Teorí debían salirnos al paso, con 500 combatientes, era preciso creer que sus demostraciones pacíficas estaban calculadas para descuidarnos, y por lo mismo redoblamos las precauciones, sin demostrar por eso debilidad o cobardía; antes lo contrario”.

Teodorí se retiró por fin a sus tiendas. A la una de la tarde, la legión se puso en movimiento, escoltada por 42 indios de Colompotó y seguida de cerca por el resto de su toldería, familias y animales. A la legua de camino, pudo verse que el aduar de Colompotó ardía en el horizonte. Teodorí lo había incendiado.

“….. La ira de Colompotó y de los suyos era extremada, pero procuramos calmarlos y lo logramos…”.

El viaje no fue interrumpido. Por la noche, la columna se instaló cerca de la toldería del Toba Mainiré, cacique amigo y jefe de una “chusma” de 200 personas. Al día siguiente, tras haber canjeado ropa y caballos por vacas y ovejas, el coronel Salas dio la orden de reanudar la marcha. Todos los encuentros con los indios fueron pacíficos a partir de entonces.

El 4 de noviembre, la legión comenzó a apartarse del Bermejo. El coronel Salas despachó un correo para Pedro Ferré, gobernador de Corrientes y virtual cabecilla de la reacción contra Juan Manuel de Rosas.

“No hemos perdido un solo hombre,
 -escribió- pero venimos desnudos porque ha sido preciso dar a los indios toda nuestra ropa, si así no lo hubiéramos hecho no habíamos podido escapar ni uno solo, porque el Chaco había contenido millares de indios, A nuestro feliz arribo han contribuido nueve indios que hemos traído de Jujuy de baqueanos. A éstos les ofrecimos darles en el paso doscientos pesos plata, doscientos caballos y algunas vacas, y esperamos que V. E. se servirá cumplir por nosotros este compromiso, pues el servicio que nos han hecho es inapreciable, y hasta nos han dado reses porque veníamos a punto de morir de hambre comiendo nuestros caballos…”.

Una multiplicidad de detalles pueden desprenderse de esta carta. Anotemos que el haber recorrido 850 km en jornadas de hasta 35km, con temperaturas cada vez más elevadas ante la proximidad del estío, y sin tener que lamentar la pérdida de un solo hombre, fuera por muerte o deserción, prueba el alto espíritu de cuerpo de aquellos hombres y las dotes de mando del coronel Salas. Agreguemos por último, que nada hubiera podido hacerse en esas regiones hostiles y desconocidas sin el concurso de los baqueanos indígenas, quienes guiaron a la columna por sendas practicables entre montes laberinticos.

El día 6, la legión cruzó un palmar inmenso y, el 7 de noviembre de 1841, después de haber computado 211 leguas desde el río Colorado sobre la base del tranco de ciertos caballos (5), los veteranos de Lavalle descansaron frente al Paraná.

“…. Saludamos al gran Paraná, y quedamos como embargados a la vista de la tan deseada capital de Corrientes….”.

Igual que los diez mil griegos de la Anábasis al contemplar el mar (6). Una pequeña epopeya había tocado a su fin.

Referencias

(1) José Manuel Salas nació en Santa Rosa (Córdoba) en la última década del siglo XVIII. Se inició en la carrera de las armas, el 24 de octubre de 1810, en calidad de subteniente del cuerpo de Patricios en su ciudad natal. Fue promovido a sargento mayor el 13 de octubre de 1814 y a teniente coronel el 19 de agosto de 1816. En 1839, se alzó contra el gobernador Manuel López a favor de Pedro Nolasco Rodríguez. Tras la derrota y muerte de éste, pudo incorporarse a las fuerzas de Lamadrid. Vencido en San Calá por las fuerzas de Oribe (19 de enero de 1841) hubo de replegarse hacia Catamarca, ciudad que ocupó el 18 de junio del mismo año. Luchó en Famaillá y encabezó luego la marcha de la Legión del Chaco. Una vez en Corrientes, planeó atacar a las provincias del interior adictas a Rosas, atravesando el Gran Chaco y movilizando a los indios amigos. Sus proyectos se vieron malogrados por las intrigas de Juan Pablo López. Combatió junto al general Paz en todas las campañas correntinas. Caído Rosas, prestó servicios en el ejército de la Confederación, en el cual fue reconocido en su clase de coronel de caballería de Línea por Decreto de 20 de setiembre de 1858. Más tarde actuó en el ejército de operaciones contra el Paraguay, hasta el 1º de junio de 1868. Falleció en Federación el 26 de junio de 1870.
(2) Manuel Antonio Ocampo nació en Corrientes. Ingresó en las fuerzas de frontera en 1826 como sargento 2º. Pasó luego a servir en el regimientos de “Granaderos a Caballo” de aquella provincia, donde obtuvo el grado de teniente primero. Después de Pago Largo, pasó a la Banda Oriental y se incorporó al ejército del general Rivera, en operaciones contra Rosas. Volvió a Corrientes cuando Lavalle pasó a organizar el “Ejército Libertador”. Acompañó a Lavalle durante toda su campaña: Don Cristóbal, Sauce Grande (después de la cual se le dio el mando de la Legión “Ocampo”), Pajas Blancas, asalto de Santa Fe, Quebracho Herrado, Famaillá y otras de menor importancia. Tras la derrota atravesó el Chaco con el coronel Salas y el comandante Hornos. En Corrientes, fue ascendido a coronel y se sumó a las fuerzas del general Paz. Luchó en Caaguazú y en Arroyo Grande. Hubo de refugiarse en el Paraguay para volver luego a su provincia natal y combatir por los Madariaga en la batalla de Vences (26 de noviembre de 1847). Nuevo se exilio en el Brasil y, finalmente, regresó al país. Formó parte de la división correntina que luchó en Caseros. En 1855 fue nombrado coronel del Regimiento de Coraceros Nº 2, destacado en Azul, frontera en la cual sostuvo varios combates contra los indios invasores, entre ellos, uno en Tapalqué el 29 de octubre de 1855. A comienzos de 1856 se le encuentra en su cuerpo acampando en San Benito, lugar que alternó con Azul, Santa Catalina y Campo de Marte. Estando en este punto, en abril de 1857, bajó con licencia a Buenos Aires, donde falleció el 23 de julio del mismo año.
(3) Manuel Hornos nació en Entre Ríos el 18 de julio de 1807. En agosto de 1839, pasó a integrar el ejército de Lavalle a quien no abandonó hasta la batalla de Famaillá. Después de haber cruzado el Gran Chaco, se unió al general Paz y continuó luchando a su lado con el grado de coronel. Caaguazú y Arroyo Grande fueron otras acciones militares de su carrera de las armas. Combatió en Caseros; después del 11 de setiembre de 1852, siendo coronel mayor, luchó en el sitio de Buenos Aires a favor de los porteños. Alistado en las tropas de Mitre, asistió a las batallas de Cepeda y de Pavón. Durante la guerra contra el Paraguay, el general Hornos fue nombrado jefe del cuerpo de caballería de vanguardia del ejército argentino. Tuvo intervención valerosa en la batalla de Tuyutí. De regreso de la campaña paraguaya, Hornos intervino en las luchas contra el general Ricardo López Jordán. Falleció en la ciudad de Buenos Aires el 29 de julio de 1871.
(4) Nació en San Pedro, provincia de Buenos Aires, el 11 de marzo de 1807, siendo sus padres, Juan Camelino, noble del principado de Asturias, licenciado en Leyes; y María Josefa Villamayor, natural de Cádiz y de noble linaje. En 1828 obtuvo el grado de alférez y se incorporó al ejército de Lavalle. Asistió a la batalla del Puente de Márquez (26 de abril de 1829); la caída de Lavalle le obligó a emigrar. En octubre de 1839, revistaba ya en el autoproclamado ejército “Libertador” con el cual hizo toda la campaña hasta Famaillá. Junto a Salas, Ocampo y Hornos, emprendió la retirada a través del Chaco y llegó a Corrientes. Luchó en Caaguazú y en Arroyo Grande. Emigró a Brasil y regresó a Corrientes en 1844. Falleció en la hacienda de “Santo Domingo”, en Gama-Cué, el 7 de julio de 1885, establecimiento que fundó en 1850.
(5) Si suponemos que la legua utilizada para esas mediciones fue la de 26 al grado, debemos de concluir que el cómputo de 211 leguas (885 km) fue acertadísimo, pues la distancia entre el río Colorado de Salta y el Paraná a la altura de Corrientes es de 850 km aproximadamente.
(6) En el año 401 AC., diez mil mercenarios griegos quedaron aislados en el corazón del imperio persa al producirse la muerte del joven Ciro. Eligieron entonces por general a Jenofonte y, luchando siempre contra enemigos numerosos en regiones desconocidas, recorrieron centenares de kilómetros hasta alcanzar las colonias griegas del mar Negro. Un célebre pasaje de la crónica de esa retirada, escrita por el mismo Jenofonte, narra el momento en que los “diez mil” divisaron el mar: “El ruido aumentaba aún a medida que se acercaban, y los hombres, tan pronto como llegaban arriba, corriendo hacia los que seguían vociferando, hacían crecer los gritos con el número, de manera que Jenofonte, pensando que algo extraordinario había sucedido, montó a caballo y …..galopó en su ayuda: Al acercarse, oyó que los soldados decían: “¡El mar! ¡El mar!” y se felicitaban unos a otros. Todos corrieron entonces, así la retaguardia como el resto, y las bestias de carga, y los caballos fueron conducidos hacia allí. Cuando todos hubieron alcanzado la cima de la montaña, se abrazaron, incluso los generales y los capitanes con lágrimas en sus ojos”.

Fuente
Archivo General de la Nación, Legajo 21-714
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Mantilla, Manuel Florencio – Crónica Histórica de la provincia de Corrientes – Buenos Aires (1928).
Política seguida con el Aborigen (1820-1852), Tomo II, Círculo Militar, Buenos Aires (1974).
Portal www.revisionistas.com.ar
Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1939).

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