Indios charruas

origen

Se desconoce el origen y significado específico del gentilicio “Charrúa”. Existen varias hipótesis: “litorales”“somos turbulentos o revoltosos” (del guaraní: “cha”: nosotros; “rru”: enojadizos); “iracundos”, “destructores”“mutilados”, etc. Como sea, ha prevalecido por sobre otras parcialidades que habitaban la región -aliadas en el siglo XVIII-, a las que se trata en conjunto como la “Nación Charrúa”:

Charruas (propiamente dichos)
BohanesLa costa este del río Uruguay entre el Negro y el Cuareim.
GuenoasConstituían la sección septentrional al oriente del río Uruguay en el ángulo sudeoeste de Río Grande do Sul y norte del estado oriental.
MinuanesSu dominio originario era el centro sur de la provincia argentina de Entre Ríos.
Mapa Etnográfico realizado en 1892 por José Henriques Figueira (Montevideo, 1860 -1946).
En color negro indica las regiones ocupadas por las tribus en los tiempos de la conquista y en rojo su ubicación en la segunda mitad del siglo XVIII.
51%Mapa de Machuca Sosa
Ilustraciones de Rodolfo Maruca Sosa, en el artículo de su autoría “La Nación Charrúa”.

Algunos autores incluyen también a los Yaros, aunque la opinión más generalizada es que se trataba de una parcialidad kaingang.

Ninguno de estos grupos parece haber sido genuinamente canoero. Pese a ello podían pasar de una comarca a otra del Plata con relativa facilidad gracias a la multitud de arrecifes que se extienden a lo largo del Uruguay medio, uno de ellos conserva el nombre de “Paso de los Indios”, y la voz “Itapebi“, perteneciente a otro cercano, en su traducción literal del guaraní, significa “calzada de piedra”.

Era una cultura de cazadores nómadas y recolectoras, con una forma de vida muy similar a la de las comunidades de la Patagonia. Los rasgos físicos también eran semejantes, altos y robustos, del tipo racial “pámpido”. Participaban de la tradición cultural de la Llanura.

Los animales cazados eran ñandúes, venados y toda clase de roedores. Las técnicas de caza eran semejantes a las utilizadas por los Tehuelches: persecución de animales hasta rendirlos por agotamiento.

Recolectaban frutos y raíces silvestres, huevos de ñandú y los cogollos de las flores del ceibo.

VESTIMENTA:

En invierno utilizaban el típico manto patagónico, con el pelo hacia adentro, exteriormente estaba adornado con figuras geométricas.

También vestían el el “chillipa” “chiripá”, pieza de cuero triangular que se pasaba entre las piernas y se sujetaba a la cintura mediante una tira de cuero y el “chepí” camiseta sin mangas elaborada con piel de venado o yaguareté.

El tatuaje era común, tanto en la cara como el cuerpo. Usaban vinchas y penachos de plumas y brazaletes de huesos. Usaron el tembetá, práctica que abandonaron hacia el siglo XIX.

La imagen de la derecha es un dibujo de Joseph Pernety (francés, 1716-1796), participante de una expedición en 1763 – 1764.

LA VIVIENDA

Consistía en una estructura simple de 4 palos clavados en la tierra sobre los cuales colocaban travesaños horizontales. A los costados ataban esteras de juncos o totoras para protegerse del viento, y en épocas de frío y lluvia agregaban otras para formar un techo más bien plano.
Eran fáciles de armar y trasladar. A partir del siglo XVIII, con el aporte del ganado vacuno y caballar, aparecieron las tolderías, reemplazando las esteras por el cuero.
Sociedad
La familia era monogámica, rara vez se separaban las parejas después de tener hijos; si no los había, ambos se consideraban libres de formar otro matrimonio. En caso de adulterio, la consecuencia eran algunos golpes que la parte ofendida aplicaba a los infractores. Es probable que algunos jefes y caciques hayan practicado la poligamia.
El varón pedía la hija a los padres, y si éstos lo aceptaban, la llevaba. La mujer nunca se negaba. Desde que se casan forman una nueva familia. El varón ganaba el status de adulto.
La mujer cuidaba el entorno de la vivienda, cocinaba, confeccionaba prendas de pieles, cerámica y recolectaba frutos. Criaban a sus hijos sin castigarlos; a las niñas enseñaban los menesteres propios de su sexo para cuando fueran mayores.
Al hombre le correspondía la caza, pesca, armado de toldo y fabricación de utensilios y armas: lanzas, flechas y boleadoras. Los hijos varones los acompañaban en la práctica con ellas y en las cacerías.
Un conjunto de viviendas conformaba la unidad mínima a cargo de un cacique. En épocas de guerra, se unían las diferentes bandas, organizadas bajo un consejo de caciques.

DEPORTES:

Lanzamiento de boleadoras: Hacia una estaca plantada a unos 30 metros. El vencedor era que más vueltas lograba darle con la cuerda.
Carreras: De natación o pedestres. Generalmente las realizaban por placer, también había recompensas y castigos.
Lucha: A veces utilizado para dirimir conflictos. Si había diferencias personales se peleaban a puñetazos hasta que uno abandonaba poniéndose de espaldas, ya no se volvería a hablar del tema.

INDUSTRIA LITICA:

Se destacaban en el manejo de la piedra, logrando boleadoras -que tanto impresionaron a los primeros europeos- o puntas para flechas y lanzas, tan perfectas que hacían trascender su prestigio a otras comunidades, llegando a se usadas como objetos de intercambio.
Fabricaban también pulidores, raspadores, morteros, hachas de mano, sierras, cuchillos, punzones, etc. La materia prima era abundante en toda la cuenca del río Uruguay, obtenían entre otros; ópalo, cuarcita, jaspe, pizarra, ágata y sílice.