FELIPE VARELA (1821 – 1870)

Fue un estanciero y militar argentino, caudillo norteño nacido el 11 de mayo de 1821 en Huaycama, departamento de Valle Viejo, provincia de Catamarca, líder del último pronunciamiento de los caudillos del interior contra la hegemonía política conquistada por la provincia de Buenos Aires en la batalla de Pavón, apodado el “Quijote de los Andes” por el desafío que plantó al gobierno con un reducido ejercito de menos de 5000 hombres, desde la región andina y cuyana durante varios años.

Felipe Varela pasó su infancia junto a sus padres Javier Varela y de Isabel Reartes en una casa ubicada en la localidad de Guandacol, provincia de La Rioja, donde llevó sus estudios formales y al mismo tiempo se introdujo en el mundo de las armas. Hizo pareja con Trinidad Castillo, hija del Caudillo Pedro Pascual Castillo, quien fuera amigo de su padre. Combatió contra el gobierno de Juan Manuel de Rosas en la década de 1840. La persecución del gobernador de Buenos Aires lo llevó al exilio en Chile, donde se unió al ejército de ese País en la revolución de 1851. Luego de la caída de Rosas en 1852 retornó a la Argentina sumándose al ejercito de la confederación.

En 1861 peleó bajo las ordenes de Justo José de Urquiza en la batalla de Pavón, siendo derrotado por el ejército de Mitre. Luego se unió al “Chacho” Peñaloza en su oposición a las autoridades nacionales. Esto le valió la confianza del Chacho y se convirtió en uno de sus máximos protegidos, siendo nombrado Jefe de la Policía en la provincia de La Rioja y en 1863 invadió Catamarca, participando de las contiendas conocidas como la batalla de “Las Playas” y la batalla de “Lomas Blancas”.

Luego del sangriento asesinato de Peñaloza, Varela debió huir de la región y se refugió en Entre Ríos, sirviendo nuevamente bajo las órdenes de Urquiza y un año más tarde volvió a Chile, donde se puso en contacto con la llamada Unión Americana, una red de corresponsales intelectuales de esa época que acusaba al Brasil y al gobierno argentino por causar la Guerra del Paraguay o de la Triple Alianza.

Varela comprendiendo la profundidad del proceso político en que estaba sumergido su país, organiza una campaña militar para regresar. Durante meses no pudo hacer nada, ya que no tenía dinero hasta que recibió la ayuda de un oficial chileno que puso a disposición de Varela unos 150 soldados con armas automáticas, muy pocas pero efectivas.

Tras notar la impopularidad de la guerra del Paraguay, liquida sus posesiones para equipar un par de batallones de exiliados y de combatientes chilenos afines a su causa, decidiendo volver a su país a fines de 1866, favorecido por la Revolución de los Colorados. Varela marchó sobre territorio argentino flameando la bandera con la consigna de “Federación o Muerte”. El 10 de diciembre de 1866 en la provincia de San Juan lanza su proclama revolucionaria.

De 1867 a 1969 Varela mantuvo al Noroeste en rebelión ayudado por caudillos de otras provincias importantes, tales como los hermanos Juan José Saa y José Felipe Saa, de San Luis y Ricardo Videla, de Mendoza, cuyas tropas estaban integradas por montoneros chilenos y argentinos. Varela estaría encargado de alzar las provincias occidentales, mientras los Saa y Videla avanzarían hacia el litoral, donde esperarían sumar algún dirigente federal.

Felipe Varela dirigía y coordinaba desde La Rioja todos los movimientos. El 4 de marzo de 1867 sus tropas vencieron en la batalla de Tinogasta al gobernador catamarqueño Melitón Córdoba, ocupando luego de la victoria los departamentos occidentales de Catamarca con una fuerza de 2000 hombres. Tras toda esta revolución, los dos batallones con lo que había partido Varela de Chile se habían transformado en miles de hombres, llegando casi a sumar 5000 montoneros, la fuerza más importante que había puesto en armas el partido federal desde la batalla de Pavón.  

Debido a la inminente amenaza de Varela y sus tropas, Mitre, que estaba al mando de los ejércitos aliados al Paraguay, debió regresar a Rosario para organizar los ejércitos con los que hacerle frente. Al mando estaban José Arredondo, Wenceslao Paunero y Antonio Taboada, hermano del gobernador de Santiago del Estero.

En la madrugada del 1° de abril las fuerzas de los montoneros y sus aliados fueron derrotados por Arredondo y sus tropas en la batalla de San Ignacio, a orillas del rio quinto, en la provincia de Córdoba; en la que los federales estuvieron a punto de vencer, pero la infantería de Luis María Campos dio vuelta la batalla.

Después de este combate Varela se encontraba rumbo a Catamarca y al enterarse que de que Taboada había ocupado La Rioja, decidió regresar.  Varela cometió el error de combatir fuera de la ciudad con la intención de reducir daños civiles sin tener en cuento el aprovisionamiento de agua en ese desierto y donde Taboada aprovechó su error, colocando sus tropas en el llamado “Pozo de Vargas” (única fuente de agua entre Catamarca y La Rioja) y allí espero a Varela. Al llegar Varela decidió que no podía seguir sin dar agua a sus hombres y decidió atacar dando inicio a la conocida como batalla de “Pozo de Vargas”. Luego de su derrota, Varela optó por no regresar a Chile y reuniendo a todos sus hombres con los dispersos del ejercito de Saa, decidió adoptar una técnica de guerrilla ubicándose en el monte; desde donde hostigaría a las fuerzas de sus adversarios, viéndose favorecido por su conocimiento del terreno.

El 5 de junio en el paraje de “Las Bateas”, atacó por sorpresa a las tropas de Paunero, huyendo con la caballada y las municiones. El 16 del mismo mes, en La Quebrada de Miranda, atacó a un grupo perteneciente al Coronel Linares, tomándolo a éste como prisionero y fusilándolo, aunque con todas las formalidades de la ejecución de un oficial.

Estas acciones se prolongarían durante meses, obligando al gobierno central a mantener sus tropas alertas, bautizándolas a éstas como “ejercito interior”. Varela fue derrotado camino a Chilecito y huyó hacia la Puna. Cuando todos pensaban que estaba en Bolivia, reapareció en los Valles calchaquíes en la provincia de Salta, donde fue perseguido por el Coronel Octavio Navarro (un viejo aliado del Chacho) que lo persiguió desde cerca, pero nunca lo alcanzó ya que ninguno de los dos quería verse obligado a luchar.

Tras una lucha contra los habitantes de la ciudad de Salta (que estaban asustados por el mito de la crueldad de Varela), los federales la ocuparon aunque perdieron más de la mitad de sus hombres. Lograron así saquear la ciudad en busca de armas. Al saber que Navarro se acercaba, Varela huye a San Salvador de Jujuy donde ocupó brevemente la ciudad y siguió su camino hacia Bolivia, refugiándose en la Ciudad de Potosí. Alarmado por el fusilamiento del caudillo riojano Aurelio Zalazar, en diciembre de 1868, regresa a Salta con un pequeño ejército de hombres. Finalmente, en enero de 1869, un pequeño contingente nacional lo derrotó en “Pastos Grandes”, en la Puna dispersando definitivamente sus tropas.

Enfermo de tuberculosis, Varela se refugió en Chile, donde estuvo brevemente en observación por el gobierno transandino debido a que lo consideraban un insurrecto reincidente. Finalmente se asentó en Copiapó y falleció 4 de junio de 1870. El gobierno catamarqueño repatrió sus restos, pese a la oposición del ejecutivo nacional encabezado por Domingo Faustino Sarmiento.

En agosto de 2007 la legislatura de Catamarca solicitó al gobierno nacional el ascenso post-mortem del coronel Felipe Varela al grado de General de la Nación. En junio de 2012, fue ascendido post-mortem al grado de General de la Nación por la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner. 

Los historiadores argentinos suelen considerar a Felipe Varela un líder político y el último de los montoneros (del grupo de Artigas, Ramírez, Quiroga, Chacho Peñaloza) que se opusieron a que la organización de la política nacional se hiciera desde la Capital Federal de Buenos Aires.