Cuando Sarmiento acribillo colegios
Parana Entre Rios
Quienes caminen por el entorno de la plaza 1º de Mayo, en Paraná, probablemente no tengan presente que hace casi 150 años el presidente Domingo Faustino Sarmiento mandó acribillar la Escuela Normal, sólo para demostrar a rebeldes comarcanos de lo que eran capaces unos cañones y ametralladoras recientemente adquiridos.
Eran tiempos de sangre y fuego en Entre Ríos. Tras el asesinato del gobernador Justo José de Urquiza en 1870 se desataron nuevamente vientos de guerra en suelo entrerriano, entre el gobierno provisorio encabezado por Ricardo López Jordán y la intervención federal enviada por el presidente Domingo Faustino Sarmiento. Los enfrentamientos se sucedieron con intermitencia entre 1870 y 1876.
En efecto, el 19 de noviembre de 1873 arribó a Paraná el presidente Sarmiento con el objeto de clausurar definitivamente la segunda rebelión jordanista iniciada el 1 de mayo de ese año. La actuación del ejército nacional, con los veteranos de la guerra contra el Paraguay (1865-1870) hasta el momento no había logrado contener la rebeldía de los entrerrianos. Por eso el sanjuanino traía en las bodegas del buque de guerra “Emilia” un cargamento de ametralladores y cañones de moderna factura.
Leopoldo Lugones en su libro “Historia de Sarmiento” escribió que el fundador de escuelas normales previamente “desembarca en Rosario, con dos ametralladoras, arma nueva que acaba de introducir junto con una dotación de artillería de sitio; y so pretexto de probarlas, acribilla de proyectiles el edificio del Colegio Nacional en construcción”.
Exhibición
Cuentan las crónicas que al llegar a Rosario pidió que le busquen “una muralla larga, con frente despejada, sin casas ni gente detrás” para probar el armamento. Y el único muro que reunía ese requisito era el que correspondía al Colegio Nacional en construcción. Manuel Gálvez en su “Vida de Sarmiento” dice que “… el presidente en persona apuntaba el manejo de los cañoncitos. Las balas inscribían en la muralla, como puntos de coser con lo que se demostraba teórica y prácticamente que no quedaría vivo soldado alguno de batallón que tuviese la desgracia de ponerse adelante”.
En la colección del diario La Capital de Rosario puede hallarse una publicación en la que señala que “nos ha parecido tan descomunal una de las locuras cometidas por el señor Sarmiento en la entrada ridícula que ha hecho en este pueblo, que no hemos podido menos que poner de por medio dos de nuestros órganos: la vista y el tacto, para llegar al convencimiento. ¡51 son los buracos abiertos!” y agrega: “El comandante Sarmiento se subleva contra el maestro Sarmiento y armó una de balazos contra el edificio del Colegio Nacional que «casi lo redujo a lo que los comunistas redujeron la columna de Vendôme”.
El artículo refería a la demolición de la columna de la plaza Vendôme durante el breve gobierno de la Comuna de París en 1871.
Contra la Normal
Al llegar a Paraná se repitió la ceremonia, sin dudas para demostrar a los jordanistas el poder de fuego con que contaba. Lo hace contra el edificio (que fue sede del gobierno de la Confederación entre 1854 y 1860) donde funcionaba la Escuela Normal, cuya creación había sido dispuesta por el propio Sarmiento.
La carga letal constaba de flamantes ametralladoras Gatling, compradas en los Estados Unidos que se agregaban a los Remington a repetición y los cañones Krupp con que contaba el ejército.
A esa altura las fuerzas nacionales habían sufrido varios contrastes. El 28 de junio los jordanistas al mando del general Carmelo Campos las derrotaron en el combate del Arroyo Lucas. El 31 de octubre los jordanistas al mando del coronel Benicio González recuperaron la ciudad de La Paz, poniendo en fuga al jefe de dicha plaza.
El general Ricardo López Jordán dirá: “No me van a asustar con molinillos de café“.
Días después, pertrechados con el nuevo armamento, el ejército nacional enfrentó a una vanguardia de observación al mando de Carmelo Campos y Eustaquio Leiva derrotándolos en el combate de El Talita en el Departamento La Paz, y el 9 de diciembre se produjo el sangriento combate de Arroyo Don Gonzalo donde entra a tallar la poderosa artillería y los fusiles Remington, contra la caballería entrerriana armada de lanzas y unas pocas piezas de artillería. Así, la derrota de los jordanistas clausura el segundo intento de resistir la intervención federal.
Armas letales
La dotación armada del ejército nacional consistía en cañones Krupp de origen alemán adquiridos para la campaña contra el Paraguay, las carabinas Rémington, y las mortíferas ametralladoras Gatling. Esta fue la primera arma de fuego de repetición que tuvo éxito, diseñada por el inventor estadounidense Richard Jordan Gatling en 1861, en plena Guerra de Secesión (1861-1865), y patentada el 9 de mayo de 1862. Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos ni los rebeldes sureños aceptaron usar esta arma porque la consideraban demasiado potente, capaz de producir auténticas masacres. Pero ante las circunstancias que debió enfrentar, Sarmiento no dudó, aspecto no siempre considerado cuando se alude a su programa político.
Dice José Luis Berra.: “Paradojas de la historia, “Gloria y Loor, honra sin par” para el gran educador que mandó a meter balas contra los muros de dos escuelas, una rosarina y otra entrerriana. Pero, tal vez, la mayor incongruencia sea que la Escuela de Enseñanza Media Nº 430 (así se llama hoy el colegio Nacional Nº 1) lleve el nombre de “Domingo Faustino Sarmiento”, el mismo que la mandó a ametrallar. Las derrotas de los pueblos siempre tienen consecuencias”.
Por Rubén I. Bourlot
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